HERRnan CAIRE!!!!
En la nota dice que Hernán Caire es... periodista (¡?). Eso es casi tan gracioso como el motivo del artículo.
Blog por popa.
En la nota dice que Hernán Caire es... periodista (¡?). Eso es casi tan gracioso como el motivo del artículo.
Hace un rato, viendo el partido de River-Instituto, me di cuenta de lo tendencioso que es el insignificante comentarista Fernado Pacini para con el club de mis amores, River Plate. Ya en el partido anterior me había parecido un poco mala leche con sus opiniones sobre algunos fallos arbitrales, pero hoy, gracias a que es el segundo partido consecutivo de River que comenta, lo confirmé con un par de decisiones polémicas del juez de turno. Las acciones discutidas eran dos penales (una mano clara de uno de Instituto y un foul afuera del area que Pacini consideró adentro) y en ambas su parecer rozaba la hilaridad por lo obscenamente parcial. ¡¡Hasta un hincha de Boca me lo reconoció!!.
Los horarios de mierda de los juegos y el sufrimiento por las dos finales (por la de futbol bastante menos) me dejaron más idiota de lo que soy y en este momento (Sabado, medianoche) no se si ya se pasó el fin de semana o aún quedan horas para quemar. Lo único cierto es que los muchachos del Basket nos dieron una alegría enorme. Y si a esto le sumamos la dicha de ver a los putitos de Marbury y Cia. recibir la medalla de bronce con la peor cara de culo, podemos afirmar que el negocio fue redondo. De todas formas, habría sido injusto que el "Dream Team" se perdiera la premiación (¡¡yanquis nabos y fracasados, si hubieran tenido un poco de dignidad deberían haberse dejado vencer por Lituania!!!).
"Heroes" de David Bowie: Funk reptante, kraut-blues deforme y una big band secuestrada/abducida por extraterrestres y vejada por el espectro de Kubrick. Con una reverberancia espacial, volviendo denso un aire ya de por sí viciado, el disco suena como si los raptores, en un intento de pasar por humanos, enviaran a la Tierra pruebas de vida procesadas por HAL 9000 (me juego la chorga que el turro de HAL también se unió a la fiestita y les dió masa con algún mecanismo electrónico).
"El día después" ¿será un hit?. Por lo pronto yo espero estar muerto el día después.
No vale la pena gastar un céntimo en la película "Laurel Canyon" (a pesar de la bonita Kate Beckinsale y la buena actuación de Frances Mc Dormand como productora de rock) pero sí les recomiendo bajarse "In a funny way", gran tema pop de Mercury Rev de irresistible melodía, (¡¡sí!!, hay vida después de "All is drzzzzzz...") que abre la película. Esta gran canción le imprime a la secuencia inicial -la de los títulos- un mood único y engañoso: nunca más en todo el film las imágenes logran tan siquiera rozar una combustión tan encantadora (el adjetivo "mágico" ¿queda muy marica?) como la que propicia "In a funny way" y su instrumentación, mix extraño y contradictorio que enmarca el barroquismo propio de sus últimos discos en un sonido crudo, de textura minimalista.
Lo digo ahora que están en plena racha ganadora (sino cuando pierdan me van a tildar de exitista): alguien se puede tomar en serio a la selección nacional de hockey femenino. Es al deporte lo que este mediocre blog a la crítica con profundidad analítica y sustento teoríco. Son casi tan fracasadas como los Pumas -casi eh, tampoco la pavada.
Escuchando el "All thing must pass" de Harrison me llamó la atención el extraño parecido que tiene la melodía de “Awaiting on you all” con el gran tema de The Carpenters, “Superstar” (¿es de los Carpenters?). ¡¡¡Hasta se puede cantar encima con la letra de este último y todo!!!. Les juro, la métrica coincide a la perfección. Pruébenlo y después me cuentan (quizás muchos ya lo sepan, y yo no estoy descubriendo nada).
Eterno: Su tema recorre todas las épocas. Su atemporalidad (y porque no, su universalidad) nos incluye y es improbable, o por lo menos no sería lógico, permanecer insensible a un (des)amor así: frágil y dolorosamente sostenido por recuerdos. En su derrumbe Gondry construye un mundo virtual (vale decir ideal) que impacta no solo por su poder estético sino también por su sutileza, y es precisamente esto último lo que la hace perdurable.
¡¡¡¡Si Bodiroga es Dios, ¿quién mierda es Ginóbili?!!!!
Leyendo el post anterior de Laucha Polémico -ese personaje patético salido de una pesadilla conjunta y simultánea de Guillermo Nimo y Sanfilipo-, me doy cuenta de que esto se transformó en una especie de Cinequanon pero sin la altura intelectual (eso sí, acá nunca van a leer una crítica que buchonee el final de la película; no habrá reseñas dignas pero no sacrificamos finales a beneficio de nuestras intenciones pseudo-literarias). Dejando de lado los agravios más personales para otra oportunidad e intentando discutir un par de ideas, voy a hablar de lo que Laucha critica casi obsesivamente: el supuesto sinsentido de algunas de mis películas preferidas. Mullholand Drive, Carretera Perdida, Donnie Darko, 2001 Odisea Espacial, Solaris, El Resplandor, El Inquilino, ¿Quieres ser John Malkovich?, El Angel Exterminador, Hace un año en Marienbad, Embriagado de Amor, son algunos de los más acabados ejemplos a los cuales echa mano para sostener su argumento. Películas que, a pesar de sus lógicas diferencias, comparten cierta intención estética y son, dentro de su propio universo (o sea, el del film), tan coherentes como cualquier producto en serie de la maquinaria Hollywood. Pero para entender lo de la coherencia hay que tener conciencia de lo que una obra artística es o representa. Si realmente vale, cada obra debiera bastarse a sí misma, crear su propia lógica y explicarse con sus propios medios. Eso es coherencia, eso es sentido y aquellos ejemplos no violan estas reglas en ningún caso (y si lo hacen es porque el Arte así lo quiso). Nadie va a meterse en la cabeza de John Malkovich por un agujero de su casa, ni nos transformaremos en otra persona estando encerrados en una cárcel (por lo menos, no literalmente). Pero si existen las herramientas para hacerlo (y el cine es una de ellas), ¿por qué limitarnos a ver siempre la misma historia, la misma gracia de Adam Sandler o el mismo y trillado suspenso?. ¿Por que las leyes causales debieran limitar la imaginación del director, si sabemos que toda obra de arte es un "irreal" -en el sentido fenomenológico-, por tanto no tiene posición existencial en el mundo espacio-temporal?. ¿No es acaso de una mediocridad recalcitrante generar ideas imponiendo límites donde no los hay?. Aquello que diferencia una obra artística de una lata de duraznos es precisamente ese "salirse del molde", esa provocación a cada uno de nuestros sentidos que permite expandir los límites de la percepción (ya se que todo esto suena a cuelgue de falopa, pero es que no encuentro una mejor analogía). Y denostar una obra porque no responde a tus procesos lógico-mentales es, creo yo, no ver todo el cuadro, y -lo que es más grave aún- anular, en forma deliberada y conciente, cualquier posibilidad de disfrute y conexión con el objeto estético -siempre y cuando este lo permita: "Reconstrucción de un amor", por ejemplo, juega con los estructuras espacio-temporales tal como es de mi agrado, pero el director no consigue desarrollar el clima adecuado y la película se agota en estos trucos.
El domingo venidero se jugará la final de la "Copa de Campeones" de Bolivia. Usted estará pensando: "A quién carajo le importa el puto fútbol boliviano". Pues he aquí la respuesta: a los bolivianos. El partido se jugará en el Club Deportivo Español, de Buenos Aires, Argentina, entre los equipos de Oriente Petrolero y Wilstermann, según dio a conocer en el día de hoy un portavoz de la Liga del Fútbol Profesional Boliviano que evidentemente no se dio cuenta de que los nombres de los equipos de su país son patéticos.
"...Mientras su imaginación había estado atareada persiguiendo fantasmas intangibles, o dejando de perseguirlos para caer en la irresolución, había estado escuchando constantemente las voces de sus profesores que le excitaban a ser antes que nada un perfecto caballero y un buen católico. Estas voces habían llegado a sonar en sus oídos como palabras vacías. Al abrirse el gimnasio, había oído otra voz que le mandaba a ser fuerte, viril y saludable. Y cuando el movimiento a favor del renacimiento nacional se había comenzado a sentir en el colegio, otra voz le había invitado a ser fiel a su patria y a ayudar a vivificar su lenguaje y sus tradiciones. En lo profano, lo preveía, habría otra voz que le invitaría a reconstruir con su trabajo la derruida hacienda de su padre; y, entre tanto, la voz de sus compañeros le mandaba ser un buen camarada, encubrirlos en sus faltas, interceder por su perdón y hacer todos los esfuerzos posibles para obtener días de asueto para el colegio. Y era el zumbido vacío de todas estas voces lo que le hacía titubear en la persecución de sus propios fantasmas. Sólo les prestaba atención por algún tiempo, y era feliz cuando podía estar lejos de ellas, fuera del alcance de su llamamiento, solo, o en compañia de sus propios y fantasmales compañeros".
El Mundo encoge (o nos coge) y nosotros como si nada. La música ensancha y desequilibra la estrechez propia de este desvarío. Tenemos las canciones, las melodías, pero más allá de eso no hay nada, no existe nada real, palpable. ¿Una alegría así (la única) justifica esto, es decir, toda una existencia?. Creo que se nos oculta el fracaso. Es la única forma de entender este devenir idiota, de comprender que la utopía de la vida encaja en unos pocos. Los demás sobrevivimos como podemos, buscando paliativos, toscos sedantes para el alma: un día, un disco - alargando la pena o cubriendola; otro día, una película - imitando una vida o inventandola; otro, una compañia - o una ausencia, fuente inagotable de todas las ausencias. Y si no, siempre están los libros: cadencias fantásticas para gente como uno. "Para los pelotudos y los cagones", como dice Liam, el Gallagher menor. Estos pelotudos (o cagones, dependiendo de la situación) se ven (nos vemos) obligados a vivir la mayor cantidad de libros posibles, abarcando distintas voces, intentando distintas reflexiones - acaso inútiles si el vacío es tan profundo y la inteligencia tan escasa. En forma desesperada se tantean respuestas y, a pesar de que la desesperanza tiña cada una de las búsquedas, es mejor si no se pierde tiempo. Hay que admitirlo, el desaliento es una marca de fábrica, es MI marca de fábrica. Y es un estigma que persigue a todo perdedor voluntario (dejenme creer que esta indignidad es un movimiento de mi voluntad, aunque así no lo fuera). Por suerte me he acostumbrado a vivir con ello. El Mundo ha aceptado mi vagar indecoroso. Sin embargo, y creo que es así para muchos, yo no he aceptado este decorado barato que es El Mundo, mi mundo.