RESPUESTA AL AGRAVIO (JURO QUE ACA SE TERMINA) Y UN PAR DE IDEAS:
Leyendo el post anterior de Laucha Polémico -ese personaje patético salido de una pesadilla conjunta y simultánea de Guillermo Nimo y Sanfilipo-, me doy cuenta de que esto se transformó en una especie de Cinequanon pero sin la altura intelectual (eso sí, acá nunca van a leer una crítica que buchonee el final de la película; no habrá reseñas dignas pero no sacrificamos finales a beneficio de nuestras intenciones pseudo-literarias). Dejando de lado los agravios más personales para otra oportunidad e intentando discutir un par de ideas, voy a hablar de lo que Laucha critica casi obsesivamente: el supuesto sinsentido de algunas de mis películas preferidas. Mullholand Drive, Carretera Perdida, Donnie Darko, 2001 Odisea Espacial, Solaris, El Resplandor, El Inquilino, ¿Quieres ser John Malkovich?, El Angel Exterminador, Hace un año en Marienbad, Embriagado de Amor, son algunos de los más acabados ejemplos a los cuales echa mano para sostener su argumento. Películas que, a pesar de sus lógicas diferencias, comparten cierta intención estética y son, dentro de su propio universo (o sea, el del film), tan coherentes como cualquier producto en serie de la maquinaria Hollywood. Pero para entender lo de la coherencia hay que tener conciencia de lo que una obra artística es o representa. Si realmente vale, cada obra debiera bastarse a sí misma, crear su propia lógica y explicarse con sus propios medios. Eso es coherencia, eso es sentido y aquellos ejemplos no violan estas reglas en ningún caso (y si lo hacen es porque el Arte así lo quiso). Nadie va a meterse en la cabeza de John Malkovich por un agujero de su casa, ni nos transformaremos en otra persona estando encerrados en una cárcel (por lo menos, no literalmente). Pero si existen las herramientas para hacerlo (y el cine es una de ellas), ¿por qué limitarnos a ver siempre la misma historia, la misma gracia de Adam Sandler o el mismo y trillado suspenso?. ¿Por que las leyes causales debieran limitar la imaginación del director, si sabemos que toda obra de arte es un "irreal" -en el sentido fenomenológico-, por tanto no tiene posición existencial en el mundo espacio-temporal?. ¿No es acaso de una mediocridad recalcitrante generar ideas imponiendo límites donde no los hay?. Aquello que diferencia una obra artística de una lata de duraznos es precisamente ese "salirse del molde", esa provocación a cada uno de nuestros sentidos que permite expandir los límites de la percepción (ya se que todo esto suena a cuelgue de falopa, pero es que no encuentro una mejor analogía). Y denostar una obra porque no responde a tus procesos lógico-mentales es, creo yo, no ver todo el cuadro, y -lo que es más grave aún- anular, en forma deliberada y conciente, cualquier posibilidad de disfrute y conexión con el objeto estético -siempre y cuando este lo permita: "Reconstrucción de un amor", por ejemplo, juega con los estructuras espacio-temporales tal como es de mi agrado, pero el director no consigue desarrollar el clima adecuado y la película se agota en estos trucos.
En el juicio de un objeto estético hay mucho de aprehensión irracional, casi intuitiva, ya que este no es intuido "intelectualmente" o "empíricamente" sino "afectivamente", algo que dependerá exclusivamente de la sensibilidad imaginativa del juez de la obra. Así que Laucha P., ¡¡a desarrollar esa "sensibilidad", carajo, mierda!!.
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