"Sin restricciones" de MIRANDA:
Mirko!! says:
estoy escuchando mirinda
Dosto says:
que te parecio el disco nuevo?
Mirko!! says:
esta bueno, esta como mas pop
Mirko!! says:
son mas pegadizas las canciones
Dosto says:
es verdad
Dosto says:
se te inscriben en el cerebelo
Mirko!! says:
sisi
Mirko!! says:
y mas si lo escucho toda la semana
Dosto says:
a este ritmo en menos de 10 días nos pudrimos de todos los temas.
Primero lo primero, la confesión: me gusta Miranda. Sin embargo debo dilucidar si esa preferencia se debe a que es poco recomendable admitirlo o si verdaderamente proviene de un placer sincero (y por ende culposo). Lo poco recomendable tiene otra lectura más interesante y, paradójicamente, más cercana a lo que entiendo como rock: nadie se banca a Miranda. No son bien vistos por los que escriben en blogs; los periodistas de rock le incrustan tres estrellas y luego se dedican a hablar de su sexualidad; los oyentes de FM -desde Aspen hasta FM Hit, pasando por Rock & Pop- no los soportan y bueno... ni que hablar del público argentino-al-palo, el del "aguante", quienes les ofrendan el mayor de los desprecios y sus sonrisas más socarronas; o sea, sacando a sus seguidores, el resto practica para con ellos, no ya la indiferencia, sino más bien un sentimiento que se emparenta con lo que provocaban Los Encargados allá lejos y hace tiempo: un odio inusitado para un grupo que solo quiere divertir y divertirse (y, obvio, hacer guita). Es esto último y el placer por escuchar o decir la frase,
“se lo voy a mostrar a...(pongan el nombre del pariente, amigo o novia/o que deseen)
para ver como se indigna” lo que hace a este, el segundo disco de Miranda, una opción tan tentadora en tiempos tan nazionalistamente rockeros.
“Sin restricciones” es una avalancha de éxitos, de hits que se miran medio de coté, como quien no quiere la cosa, mientras las piernas, la cabeza, la sonrisa -todo-, se moviliza y nos deja en un estado de vergonzosa adicción. Es que ¿qué otra opción nos queda ante casi una docena de melodías pegadizas acompañadas y sostenidas por efectivos beats bailables?. Es eso o el autoengaño, es decir, el desprecio hipócrita para con algo que huele mainstream pero, eso sí, con una fragancia irresistible.
El disco empieza como para sacudirse las telarañas: tres golpes seguidos al mentón -y a los pies- que tienen en el saltarín
"Don" ("el" tema del año, a mi atrofiado entender) su punto más alto -escuchen los coritos beachboyescos de fondo!!!. Al toque un título re-Melero (
"Vuelve a tí") demuestra que si la influencia de Dani hubiera sido mayor este grupo no sería tan divertido pero sí igual de disfrutable. Y si de disfrute hablamos, Miranda nos obliga a detenernos en el frenético
"Tu gurú", una jodona y contagiosa oda a la música con pasta de superhit y todo. Otro superhit:
“Uno los dos”, una canción de amor tan sentida como grasa, que perdió un poco en su pasaje al disco (antes, en vivo, la tocaba Ale Sergi solo con una acústica, ahora, grabada, fue traducida como un trip hop meloso) pero sigue poniendo los pelos del culo de punta. Hasta acá algunas de sus muchas virtudes, sin embargo no hay que olvidar que estamos en presencia de uno de los grupos más odiadamente amados de la escena nacional. Y, para no ser menos que su leyenda, en muchas de las canciones los muchachos tensan, sin ninguna culpa, esa relación amor-odio tan fructífera: en
"Otra vez" la voz de Sergi -finita, molesta, en algún punto insoportable- se trenza a los arañazos limpios con la melodía -encantadora, irresistible, la más Erasure del disco-; grandes canciones como la promiscua
"El Profe", el genial tecnomambo
"El agente" (la base se la afanaron a Lou Bega!!!), la pimpineleada cool de
"Hoy" (con un lúdico intercambio vocal entre Sergi y Gatas) y el demoledor paso de
"Quiero" resuelven sus partes más inspiradas con vocalizaciones, inflexiones melódicas y frases un poco –y sí admitámoslo- tiradas de los pelos. Pero who cares, si a la final (sic) solo recordamos lo recordable, o sea, aquello que nos hizo bailar y disfrutar como lo que somos (gracias a ellos): unas locas desatadas.
P.D.: No me quiero olvidar de la canción más querible del disco,
"Navidad". No sé si es la mejor -no lo creo- pero su mood, que podría emparentarse con cierta tristeza adosada a toda celebración (una de sus primeras frases menciona lo deprimente de la navidad), genera una instantánea empatía.
Calificación: hoy 10 idiotas, en 10 días... hablamos.