EL IDIOTA EN CASTELLANO (Parte III)
A Babasónicos se le vino la noche: Desproporcionadamente hypeado si nos atenemos a su (relativo) valor musical, el nuevo disco de Babasónicos, "Anoche", nos deja una certeza: si quieren salir de ese embrollo poco inspirado en que se transformó su carrera, no les queda otra que .... (no sé, pongan la palabra que se les antoje). Por lo pronto deberían dejar las tibias medias tintas: o son un grupo hitero ("Infame" era un acercamiento bastante logrado) o intentan ser uno interesante (todo lo anterior a "Jessico"). Y aunque suene a botoneada, esto no pretende ser otra cosa que un consejo de alguien que los quiere bien; de alguien que ha vencido prejuicios, primero, y disfrutado grandemente, después, con muchos de sus discos ("Babasónica" y "Dopádromo" a la cabeza, seguido de cerca por "Miami" y "Trance Zomba", en ese orden). Es una fija, cuando los medios hablan de un disco como "una síntesis de todas las inquietudes y búsquedas musicales pasadas", el olor a recicle descarado apesta horrores. Lo peor de esto es el involuntario desapasionamiento: la pasión se nutre de lo nuevo, en esto no hay discusión. Y si se parte desde esa ausencia, el destino no puede ser otro que una creación carente de columna vertebral, de un sostén que intervenga la canción cuando la melodía empieza a flaquear: "Así se habla" y su aparente irreverencia derrumbándose a los 45 segundos; el tríptico "Carismático-Yegua-Un flash", unido por una inflexión lírica y melódica un tanto vergonzante ("algunas noches soy facil, no acato límmites", puaj!!); "Solita" y "Puesto", dos desesperados y perezosos intentos por sonar adolescentes (¡¡¡tienen casi 40 años muchachos!!!); "Ciegos por el diezmo" y "Luces", desandando (y mal) el camino trazado por Babasónica.
Ojo, toda esta mala onda no me impide reconocer el mérito de cinco o seis bonitas canciones (siempre y cuando el número de escuchas sea prudencial): "Un flash", que sale airosa de la inflexión mencionada; "Falsario", el único deja vu digno: un placentero mix entre Jessico y Trance Zomba; "Capricho" y "Exámenes", dos pecaminosos ralentis que invocan, con éxito dispar -pero con éxito-, a sensuales fantasmas; y "Muñeco", "el" tema del disco: un derroche de ingenuidad pop, tan entrañable como inusitado.
Todo esto no es más que una opinión tan poco válida como la de quienes hablaron maravillas de este disco. Su real significancia se la da cada uno, así que a llorar a la iglesia (no sabía como terminar esto).