"Paliza" de Francisco Bochatón: La vida es loca como dijo Ricky. Hace un mes empezaba esta reseña con la siguiente pregunta:
"¿Por que mierda me empeño en hablar bien de este muchacho?". Y seguía, envalentonado por vaya a saber que precaria musa, con esta afirmación:
"Después de un par de discos y otras tantas canciones, se acumulan sobradas pruebas de que su música no es confiable". Pensando un poco (debería hacerlo más seguido cuando escribo) llegué a la conclusión de que no quiero músicos confiables. ¿para que? ¿para que terminen sonando todos iguales, casi como un standard de previsibilidad, un nuevo género de música pop del que Cerati es la punta de iceberg?.
"Urge una pregunta: ¿que músico argentino se puede considerar, hoy, "confiable"? Luego de la debacle mental de Calamaro no queda nadie, absolutamente nadie, en quien depositar alguna esperanza. Y Bochatón no es la excepción". Y por suerte no es la excepción... o sí, no sé, yo ya me perdí...
"Con la ¿sana? (sí, sana)
intención de reconciliarse con su pasado, "Paliza" pretende abarcarlo todo y concluye apretando poco..." pero gustando mucho. Digamos, a un ritmo más lento que sus mejores trabajos solistas ("Cazuela" y "Pintame los labios"), retándole a uno, exigiéndole un tiempo y una paciencia que recompensa: la paliza va a llegar.
"Solo un par de intentos rompen la monotonía "melódica-ceratiana" que tanto daño le hizo a su carrera solista" (eso no es verdad: muy pocos pasajes y paisajes incurren en tal vicio);
"y solo otro par ubican a su pasado en un presente digno" (eso es verdad, el reverso de esta afirmación es un halago: el resto del disco es presente reconciliado, es decir, futuro promisorio).
"En resumidas cuentas, un tibio (acogedor y reconfortante)
regreso que lo relega a un nuevo y merecido ostracismo (y... si el éxito es para la Bersuit, luego el fracaso es deseable),
un sitio oscuro del que su música, antes (y ahora, y por lo que se escucha, después)
angular e inspirada, no da signos de poder, ni querer salir". Agradezcámosle a este muchacho.